Diarios del Jardín (III)
"¡Que gran área de oportunidad!" piensa la ardilla mientras se desplaza velozmente entre las piedras de una de los parterres de "Mammillaria en México", en el Jardín Botánico. Ágil, graciosa, brinca de una piedra a otra, seguramente esperando identificar el fruto maduro, el tallo jugoso.
En principio no me extraña que ronde el sitio donde yo estoy trabajando; están tan acostumbradas a la presencia humana. Sin embargo, en un momento dado sí hace que le preste atención: se acerca cada vez más a mí. Ahora lo entiendo: el animalito es tuerto y en la dirección en la que se desplaza, yo quedo en el ángulo en el que me tendría que avistar con su ojillo izquierdo, perdido en alguna hazaña de sobrevivencia.
Está ya tan cerca que alcanzo a ver el pelito de su coronilla, muy obscuro y suave. Estoy a punto de sobresaltarme cuando la ardilla por fin gira su cabeza y me ve.
Y la asustada, es ella.